Páginas

miércoles, 19 de junio de 2013

Un poema de Juan Carlos Mestre



LOS HÉROES


Después de la muerte no quiero disculpas ni regalos
escribe en la pared Madine Soley y nadie la ve.
El niño de agua sale de las gotas de cera
los dragones de los grabados antiguos
se convierten en perrillos falderos y nadie los ve.
Detrás del cobarde huye la mentira
escribió alguien antes de ser devuelto a la tierra
y el camino es entonces camino aunque nadie lo ve.
Por la Avenida de los Presidentes con la 15
pasan los autobuses llenos de gente hacia Guanabacoa.
El pez no sabe que existe el agua
el dueño oculta su mano.
Honrar honra, dice una placa
y nadie, lo que se dice nadie, los ve.

Juan Carlos Mestre

La bicicleta del panadero.
Calambur, 2012.
Premio Nacional de la Crítica 2012.

martes, 18 de junio de 2013

Un poema de Anne Sexton



EL RIESGO

Cuando una hija intenta suicidarse
y la chimenea se cae como un borracho
y el perro muerde su cola
y la cocina vuelca su brillante tetera
y la aspiradora se traga su bolsa
y el inodoro se lava con lágrimas
y la báscula del baño pesa el fantasma
de la abuela y las ventanas,
esos trozos de cielo, capean el temporal como barcos
y la hierba baja hasta la entrada
y la madre se acuesta en su cama de matrimonio
y se come su corazón como si fueran dos huevos.

Anne Sexton

Poesía Completa.
Linteo Poesía, 2013.

martes, 11 de junio de 2013

Un poema de Edgar Lee Masters



BERT KESSLER


Herí a un ave en el ala
aunque volaba contra el sol poniente.
Pero nada más sonar el disparo, remontó el vuelo
más alto y más alto entre las astillas de luz dorada,
hasta que, vuelta panza arriba, con las plumas revueltas
y un poco de plumón flotando en torno,
cayó como una plomada sobre la hierba.
Fui hacia ella pisando entre la maleza
hasta que vi una salpicadura de sangre en un tronco cortado
y luego la codorniz, que yacía junto a las raíces podridas.
Alargué la mano y sin que viera zarza alguna,
algo me la pinchó como con un aguijón y me la adormeció.
Entonces, en un segundo, vi a la serpiente cascabel.
abiertos los pliegues de sus ojos amarillos.
la cabeza arqueada, echada hacia atrás sobre los anillos de la piel.
círculos de fango color ceniza
o de hojas de roble que se volvieron blanquecinas bajo
            capas de otras hojas.
Me quedé de pie, como de piedra, mientras ella se encogía
            y desenroscaba,
y cuando comenzó a arrastrarse por detrás del tronco
caí inerte en la hierba.

Edgar Lee Masters

Antología de Spoon River.
Bartleby Editores, 2012.

lunes, 10 de junio de 2013

Un poema de Ángela Figuera Aymerich




EL GRITO INÚTIL



¿Qué vale una mujer? ¿Para qué sirve
una mujer viviendo en puro grito?

¿Qué puede una mujer en la riada
donde naufragan tantos superhombres
y van desmoronándose las frentes
alzadas como diques orgullosos
cuando las aguas discurrían lentas?

¿Qué puedo yo con estos pies de arcilla
rondando las provincias del pecado,
trepando por las dunas, resbalándome
por todos los problemas sin remedio?

¿Qué puedo yo, menesterosa, incrédula, 
con sólo esta canción, esta porfía
llamando y escociéndome en la boca?

¿Qué puedo yo perdida en el silencio
de Dios, desconectada de los hombres,
preñada ya tan sólo de mi muerte,
en una espera lánguida y difícil
edificando, terca, mis poemas
con argamasa de salitre y llanto?

Volvedme a aquel descuido, a aquel sosiego
en que era dable andar por los caminos
pastoreando ensueños como ovejas.
Volvedme al ruiseñor de aquel boscaje.

Al vuelo de aquel cisne por el lago 
bajo la plata azul de aquella luna.
Volvedme a la andadura mesurada,
al tópico dulcísimo y sedante
de un verso con timón y cortesía
donde cantar cómo los bucles de oro
son cómplices del pájaro y de la rosa, 
porque eso, al fin, a nada compromete
y siempre suena bien y hace bonito.

Pero es en vano, amigos, nos cortaron
la retirada hacia seguras bases.

Están rotos los puentes,
los caminos confusos,
los túneles cegados. No sabemos
de cierto si avanzamos o huimos
dejando por detrás tierra quemada.

Y yo pregunto, vadeando a solas
un río de aguas turbias y crueles,
¿qué puede una mujer, para qué sirve
una mujer gritando entre los muertos?

Ángela Figuera Aymerich

Obras completas.
Ediciones Hiperión, 1986.

domingo, 9 de junio de 2013

Un poema de Jacques Prévert



PARA HACER EL RETRATO DE UN PÁJARO

A Elsa Henríquez


Pintar primero una jaula
con la puerta abierta
pintar después
algo bonito
algo simple
algo bello
algo últil
para el pájaro
apoyar después la tela contra un árbol
en un jardín
en un soto
o en un bosque
esconderse tras el árbol
sin decir nada
ni moverse...
A veces el pájaro llega enseguida
pero puede tardar años
antes de decidirse
No hay que desanimarse
hay que esperar
esperar si es necesario durante años
la celeridad o la tardanza en la llegada del pájaro
no tiene nada que ver
con la calidad del cuadro
Cuando el pájaro llega
si llega
observar el más profundo silencio
esperar que el pájaro entre en la jaula
y una vez que haya entrado
cerrar suavemente la puerta con el pincel
después
borrar uno a uno los barrotes 
cuidando de no tocar ninguna pluma del pájaro
Hacer acto seguido el retrato del árbol
escogiendo la rama más bella
para el pájaro
pintar también el verde follaje y la frescura del viento
el polvillo del sol
y el ruido de los bichos de la hierba en el calor estival
y después esperar que el pájaro se decida a cantar
Si el pájaro no canta
mala señal
señal de que el cuadro es malo
pero si canta es buena señal
señal de que podéis firmar
Entonces arrancadle delicadamente
una pluma al pájaro
y escribid vuestro nombre en un ángulo del cuadro.

Jacques Prévert

Palabras.
Lumen, 1995.

sábado, 8 de junio de 2013

Un poema de Hilda Doolittle



39




Hemos recibido demasiados dogmas
y muy pocas garantías,

demasiados: mas no se ha demostrado
lo suficiente que esto, esto, esto

es herejía: sé, y siento
el significado que ocultan las palabras;

son anagramas, criptogramas
pequeños estuches adecuados

para incubar mariposas...

H.D.

Trilogía.
Lumen, 2008.

viernes, 7 de junio de 2013

Un poema de Louis Aragon



VUELVE A MÍ LA HABITACIÓN UNA HABITACIÓN QUÉ MÁS DA
QUÉ HABITACIÓN NO
No qué más da sino
Ésta no sé dónde no sé cuándo pero
Ésta en un umbrío hospital en el campo donde los árboles
Ciegan la ventana verdinegros una
Habitación en la que todo es polvo pasado noche nada
Se tiene en pie ni las sillas ni
La consola un velador la alfombra de través
Y la alta cama de edredones desgastados con la colcha blanca
Su cenefa de borlas arrancadas

Cuánto hemos o al menos yo he amado esta
Habitación

Cuándo pues en qué siglo qué año
Idéntico en todo a un reloj inmóvil del que es posible decir la
       hora y el minuto mas
Qué siglo qué estación
Acaso es posible saberlo

Tus zapatos junto a un sillón inquietos
La ropa caída por los suelos
Ya nada es más que un murmullo enorme en el límite del ser
Un loco y dulce cansancio al borde del sueño
Alguien habla fuera y eso es el silencio

Tal ves alguna vez pensé tal vez
Volveremos a recordar esta habitación en otro lugar
Qué importa dónde amor mío fuera del mundo

Pensé volveremos a recordar En una ciudad de clamores Al
        borde de una playa en la que el mar lentamente muerte
En un país de sol violento en vidrios rojos
En algún lugar de Alemania o en ese país de estatuas
En la linde de los bosques He pensado
Y héteme aquí hoy sintiendo de nuevo la caída
En lo profundo del lecho antiguo de una piedra y muy lejos






El grito

Louis Aragon

Habitaciones
Poema del tiempo que no pasa.
Ediciones Hiperión, 1982.

jueves, 6 de junio de 2013

Un poema de Josep M. Rodríguez



CRUDO


De tan negra
                     y profunda
la tristeza parece un pozo de petróleo.

¿Se formará también de aquello que está muerto?

Nos construyen las pérdidas:
instante
            tras instante
                               tras instante.

Así que no lo dudes,
reclama para ti
                        en este día
la lentitud del saurio,

la inocencia del fósil,

la oscuridad del hombre que imagina
el final de una cueva.

Deja de preocuparte por quién eres.

El árbol que no es bosque 
lo anticipa.

Josep M. Rodríguez

Arquitectura yo.
Visor, 2013.
XIV Premio de Poesía Generación del 27.
 

miércoles, 5 de junio de 2013

Un poema de Alejandro Simón Partal




DASEIN REMITENTE




A mí la muerte no ha de esperarme.
Nunca la he llamado, no he llegado
a coquetear con ella más allá del vacilante
remite ansioso de poética rosa.
Nunca dejé huella 
en su fresco césped de serrín.

Pero hoy voy a recogerte en tu casa, 
a llamar a tu puerta o a gritar
tu marmoleño nombre, tan fuerte
que puedas separar nódulo y aire,
tímpano y promesa.

Llegaré muy tarde para las preguntas.

Alejandro Simón Partal.

Nódulo Noir.
Renacimiento, 2012.

martes, 4 de junio de 2013

Un poema de Giuseppe Ungaretti




La muerte meditada

CANTO SEGUNDO
1932


Escarba las íntimas vías
De nuestra infeliz máscara
(Clausura de infinito)
Con halagos fanáticos
El velatorio oscuro de los padres.

Muerte, muda, palabra,
Arena depositada como un lecho
Por la sangre,
Te oigo cantar como una cigarra
En la rosa enlutada de los reflejos.

Giuseppe Ungaretti

Sentimiento del tiempo (1919-1935).
Vida de un hombre.
Libertarias/Prodhufi, 1993.

lunes, 3 de junio de 2013

Tres poemas de Maite Dono




PERRAPOET

Adoro tu carne roja expuesta a la luna
Adoro  tus manos de semn y Rimbaud
Adoro cómo andas
Adoro cómo esperas
Adoro cómo te pintas la boca
Quien te ve desnuda se equivoca
Desnudos solo tus ojos allá al fondo
Al final del túnel de köhl
Adoro que llegues a casa para llorar en pijama
Con nuestra eterna galería de suicidas
...



ORACIÓN DO ANIMALBICHO

Que esta noche junto al río, dure
Que se pierda en las galerías del topo
Que todo termine en casa del temblor...

AMÉN



ES EXTRAÑO
Ya he sucedido

Nada siento

Una gaviota dibuja a plumilla
Cuatro líneas paralelas de cable de tender

Vacías
 
Maite Dono
 
Sobras.
El Gaviero Ediciones, 2013.



domingo, 2 de junio de 2013

Un poema de Silvia Gallego



SIN CARTÓN

Las mil y una cosas que me hacen mujer
[todos los días
                                                                                                                                por las que me levanto orgullosa
                                                                                                         todas las mañanas
                                                                                                         y bendigo mi sexo.
(Gioconda Belli)

En recovecos me escondo, 
los poros señalan la entretela,
en este atajo de tiempo
siento la belleza del Ser.


Pies musicales en su forma, 
manos como rayos de sol,
pelo vibrante entre líneas,
ojos de neón luminoso.


Mi piel de musgo siente
las curvas tejidas del revés,
mi ombligo se acerca,
amapola de un día.


En la aureola permanece
atico de algún deseo,
bosque lunar más abajo
pendiente de su regreso.


Arcilla que me ocupa, 
herencia de otras mujeres,
este ciclo de marejadas
para entregarme al goce.

Silvia Gallego

Espía mi bolso.
Cuadernos del Laberinto, 2013.

sábado, 1 de junio de 2013

Un poema de Álex Chico



CAE LA TARDE



Esta luz ilumina una isla.
Un paisaje abandonado irrumpe
en la habitación.
Los últimos momentos de la tarde
construyen un presente aproximado.
Imágenes aleatorias que se superponen
y reaparecen, otra vez, en intervalos.

Los rayos, a lo lejos, se hacen tenues.
Confío en que lleguen a esa isla
y sirvan como faro en la noche que la sigue.
Observo el resto de la habitación
y me descubro solo,
como esos rincones que ya están en sombra.
Marco una línea en la pared, siguiendo
los trazos de luz que entran
en este cuarto a oscuras.

Escribo en una esquina:
afortunado quien tiene un final,
porque algo, al menos,
ha comenzado en su vida.

Álex Chico

Un lugar para nadie.
De la Luna Libros, 2013.